domingo, 15 de septiembre de 2013

comer en leon

Quise volver de Galicia por Leon, por la Autopista del Peregrino, ¿para ver la capital? No!!! Solo y exclusivamente para comer en Jiménez de Jamuz en el Restaurante El Capricho, que se encuentra a unos 70 kms de la capital hacia el sur. Este restaurante es el único en la zona norte que sirve buey en su carta, aparte de vaca de trabajo y ternera. Todo bien explicado, pesado y con su debido precio.
Un loco!! Así le decían al actual gerente de este restaurante hace años en ese pequeño pueblo. Un enfermo de la carne roja que quiso ofrecer a los comensales de la tasca de su padre buey, no vaca vieja ni ternera, que, por supuesto, también ofrece en su carta.


Este buen hombre se recorre todo el norte del país para hacerse con bueyes de trabajo de toda la vida y cebarlos hasta conseguir que sobrepasen holgadamente los 1000 kilos y los 10, 12 y hasta 16 años. Construyó su sueño en la bodega de su padre, típica de esta zona, con sus "cuevecitas" picadas a mano en la dura roca.


Al llegar nos acercamos a la recepción para corroborar nuestra reserva y tomar un refrigerio. Nos atendieron educadamente y con la cerveza (Estrella Galicia) y la Coca-Cola nos agasajaron con dos pintxikos de poca elaboración pero buenos. Nos gustó la decoración de dicha recepción con muchos cuadros de recortes de las revistas mas prestigiosas culinarias afirmando que este restaurante tiene la mejor carne del mundo. No solo revistas nacionales también francesas, inglesas y "yankis". Por supuesto, también había referencias al buey con dos grandísimos cuernos colocados en el frente de la barra. Después de un rato disfrutando del pote, nos fuimos a nuestra mesa.


Nada mas sentarnos en la mesa y pidiendo una "botellica" de agua, nos sacaron un pintxiko de una especie de paté de buey con "trocicos" de pan de hogaza "pasadico" por la parrilla. Muy interesante el sabor.


De primer entrante pedimos pimientos asados a la encina y, sinceramente, estaban "cojonudisimos". Con el sabor que le da la madera o el carbón al asar cualquier cosa, en el pimiento penetra y también  se nota y mucho.


De segundo entrante pedimos tosta de berenjena y anchoas. La verdad es que estaba buena pero creo que no es la mejor tostada que he comido. Ahora bien, tengo que reconocer que "jamás de los jamases" se me habría ocurrido que la berenjena o, mejor dicho, que un puré de berenjena con mucho "pochadito" de verduras y anchoas del cantábrico habría ligado tan bien encima de una hogaza de pan.


Plato principal Txuleta de buey ¡¡¡por supuesto!!! Quiero explicarme bien en este plato para que me entendáis. No es comparable a NADA y repito NADA de lo que he comido nunca. Su textura, su sabor y sobre todo su untuosidad no es comparable a nada. Lo que me sorprendió al cambiarnos los platos y cubiertos  fue que el cuchillo no tenía dientes y me pregunté a mi mismo si se habían equivocado, pero no. La carne del txuleton de buey es tan tierna como un filete de ternera y sacia al comensal inmensamente más que cualquiera de los que he probado antes en sidrerías o en mi propia casa. Sobre todo, lo que mas llamó mi atención fue el sabor de la la grasa, ¿comestible? Si y muy exquisita, combinándola con un trocito de carne.


Primero y antes de nada, el gerente se acerca a la mesa y te enseña en fresco el corte que ha preparado para los comensales, en nuestro caso una txuleta de 1,200 kilos. A continuación, y una vez asada, se acerca con una mesita y la corta en "pedacitos" para que el comensal no pierda tiempo en cortarla y conseguir el total aprovechamiento de dicha txuleta.


Lo reparte equitativamente entre los comensales que haya en la mesa y, en principio, parece poca cantidad pero esta carne sacia muchísimo más que cualquier otra.


De postre leche frita. Parece un postre normal y corriente pero no lo es. ¿Cómo es posible que la leche frita este caliente y "liquidica" por dentro? ¿Cómo lo hacen? Increíble!!!


El Capricho es un restaurante para sibaritas o enfermos del txuleton o la carne roja. No es barato para nada, tampoco creo que deba serlo ya que, si lo que ofreces en tu carta es un animal que debe de vivir 12 años (por ejemplo) a cuerpo de rey, el precio de la producción se dispara. El kilo de txuleta de buey esta a 70 euros en este restaurante pero sirven vaca de trabajo a 48€ y ternera a 24€. Lo importante es que no engañan a nadie. La carta te da las diferentes opciones a su precio justo. Nada de anunciar txuleton de buey a precio de vaca como estamos acostumbrados. La vaca vieja no es buey por mucho que en la legislación del ganado vacuno se le de ese calificativo. 
Nuestra comida salió por 120 euros los dos y, sinceramente, salí encantado. No creo que en un futuro próximo me desvíe, si estoy por la zona, para volver a comer allí, pero sin duda puedo decir alto y claro que he comido buey y que no tiene nada que ver con la vaca vieja ni con nada.

Desde aquí y si vale de algo :
BENDITO LOCO !!!
Nota: Si tenéis ocasión es un restaurante muy recomendable, pero hay que ir con la cartera llena.

comer en vigo

Tengo que empezar diciendo (o escribiendo) que acudimos a Vigo con la idea de comer en el Restaurante Puerto en la calle de Areal nº 30, pero ni reservé ni llamé antes para asegurarlo y al llegar nos encontramos que el sitio estaba cerrado por vacaciones. Era ya hora de comer bastante avanzada (alrededor de las 15:00) cuando esto sucedió y nos quedamos un poco perplejos, así que, sin capacidad de reacción (casi) nos dirigimos hacia la zona del Mercado do Pedra para ver donde podíamos comer. Por las prisas fuimos al Restaurante O Porton, en la misma calle de las Ostras, en vez de hacer lo que debíamos y que ya os he contado en otras ocasiones: estudiar bien primero y comer bien después.
La calle de las Ostras (muy conocida en Vigo) es una calle estrechita, empedrada y bonita llena de restaurantes a ambos lados, pero todos ellos con un denominador común: "todos para turistas". Cometimos el error del que habíamos estado huyendo todas las vacaciones, pero primero voy a relataros lo que comimos y después pasaré a dar mi opinión (crítica).

 Como primer entrante pedimos empanada gallega. No soy muy amigo de la empanada, sinceramente, pero tengo que reconocer que ésta me sorprendió gratamente, aunque también tengo que decir que no es muy difícil conseguir que este producto agrade si se emplea un buen producto, ya que en mi opinión no tiene demasiada elaboración y no le encuentro mayor valor culinario. La empanada consistía es una capa fina de masa rellena de zamburiñas y "piperradica" (pimiento verde, rojo y cebolla). Tengo que añadir que las zamburiñas eran frescas pero en mi opinión personal no es la mejor manera de comer zamburiñas.


 De segundo entrante  pedimos txokos (así como suena), pero ¿qué son los txokos? Pues son unos chipirones de un calibre mayor del que estamos acostumbrados por estos lares. Esta elección fue muy acertada. Estaban muy bien echos, con un increíble sabor a fresco, a mar y a chipirón pero además, mas grandes que estos. Buen descubrimiento para la posteridad.


Para continuar pedimos mariscada para dos. En términos generales puede que este bien presentada, puede que contenga mucho marisco y puede y puede... pero voy a explicar de manera fácil qué es lo que me parece mal de este tipo de plato que tantísimo se oferta en esta comunidad y que, en mi opinión, tanto mal está haciendo a nivel gastronómico de calidad. En principio, la mariscada se presenta con muchos tipos de mariscos en una fuente, unos cocidos, otros a la plancha, por lo que es realmente imposible que lo cocido no pierda temperatura y que lo que esta a la plancha se nos quede helado con mucha más facilidad y en muy poco tiempo. La mariscada (o una buena mariscada) va por pasos: primero una cigalita, después una navaja, a continuación unas almejas y así hasta que no podamos más.
Nuestra mariscada contenía de todo en un "batiburrillo de especímenes crustáceos" puestos en una bandeja: 2 bueyes, cigalas, navajas, almejas, gambas, langostinos, mejillones y no se que más pero de muy baja calidad y calibre,  marisco que cualquiera de nosotros puede comprar en el Eroski de al lado de casa y "darse el gusto" por menos dinero, por que si analizamos detenidamente el marisco que nos ofrecieron  en el O porton, su calidad era del tipo "arrocero" osea el marisco más bien pequeño que se echa a arroces y paellas.


Los postres fueron tarta de queso (industrial) y tarta de la abuela hecha a base de galletas, chocolate y crema y, lo más importante, era casera y mucho mejor que la primera.

                         

No me gustó este restaurante, en términos generales. Por su calidad y servicio nos defraudó bastante y nos dejamos 91 euros de ala. Comida de batalla en una comunidad donde el marisco es la bandera y las calles de lo viejo (de cada ciudad) su estandarte. Caímos en la trampa y, al menos, en el O porton no volverá a ocurrir.
Me queda el mal regusto de que nos han engañado.

Nota: si tanto y tanto luchan a favor del marisco gallego ¿no deberían empezar por hacerlo en Galicia? Marisco de Marruecos, o de más lejos incluso, campa a sus anchas en todo Galicia con el agravante de que los hosteleros de esa comunidad invitan al engaño no describiendo bien si es gallego o no. Del engaño del marisco te das de cuenta en cuanto lo sirven en la mesa. El engaño del precio llega con los cafés. A esas alturas ya no hay vuelta atrás, y como somos gente decente, pagamos religiosamente, pero siempre nos queda el "derecho al pataleo".