sábado, 30 de noviembre de 2013

Comida en " Casa Faustina "

Nos dirigimos a Urbasa, la mayor meseta que podemos encontrar en Navarra. Era octubre y decidimos recoger alguna "setika" mientras disfrutábamos del paisaje otoñal. Organizamos esta excursión, mas por la comida que por otra cosa, con algunas amigas de mi mujer y coincidió que vinieron de visita el matrimonio valenciano con el que tanta amistad  hicimimos en el viaje de novios y, por supuesto, su hija, "nuestra sobrina lejana". En el recuento eramos 10.
Bajamos a Barindano a buena hora, después de un buen paseo y comprar queso en la venta, para mi el mejor queso que se puede comprar. Tomamos una cerveza y a continuación a la mesa con un menú cerrado donde no existe la posibilidad de pedir nada que no esté en dicho menú. Así que paso a contaros el menú.
De primero ensalada compuesta. Llevaba de todo y mucho. Muy rica y muy fresca, recién salida del huerto, excepto los espárragos pero en ensalada da lo mismo. Muy buena ensalada.


Para beber sidra...


A continuación sacaron dos soperas con sopa de cocido, que con el "fresquillo mañanero", la verdad es que apetecían unos "sorbicos" para entrar en calor. La sopa era muy "caserica" y con "bolicas" como la de mi abuela. La verdad es que no soy muy sopero pero esta me recordó a las comidas en familia en casa de la abuela y, con la compañía tan familiar que llevaba, me resultó muy nostálgica y agradable, no me sorprendió pero me gustó.


El siguiente plato fueron alubias rojas al "estilo navarro" con los sacramentos cocinados dentro de la perola, pero sin ese espesor que le causa a la salsa la gelatina que se desprende de la grasa de dichos sacramentos (tocino, chorizo, morcilla, etc). A mi me gusta infinitamente más que la salsa sea "espesota", pero aún así estaban buenas.


Después sacaron borraja y me llamó mucho la atención porque nunca había comido este plato en restaurante, al menos cocinado a la manera tradicional ya que si he comido el crêpe de borraja del Túbal, pero nada tiene que ver con la manera tradicional de elaborar la borraja. Esta borraja estaba elaborada como el cardo y estaba realmente buena. Creo que es la primera de esta temporada y por eso la valoro tanto.


A la vez sacaron paella. Según mi colega valenciano "arroz a secas" y la verdad es que estaba un poco pasado y un tanto insípido. Fue la fuente que menos adeptos obtuvo de todos los comensales.


Respetando los tiempos empezaron a sacar los segundos y comenzaron por las "patikas de cuto" o "manitas de ministro entomatadicas". Como gran devorador de visceras que soy, tengo que decir que estaban muy bien cocidas pero que la salsa era pobre en elaboración. Tomate sin más, pero en general bastante correctas ya que la pata si esta mal cocida el plato pierde un 80%, pero si esta esta bien cocida gana un 80% y a la salsa solo le corresponde un 20%, por lo que si esta buena redondea el plato.


A la vez sacaron "cangrejicos con tomatico y magras". No se como valorar este plato, la verdad, por que su elaboración es muy simple, comerlos o chuparlos no sacia demasiado pero esta muy bien para acompañar otras cosas y, en este sentido, cumplieron pero que muy bien. A mi personalmente me gustan con un poco de picante al termino del bocado, no con tabasco si no con guindilla o cayena añadida durante la elaboración.


También sacaron otra fuente de muslitos de pollo en salsa que estaban buenos, con toque casero y fresco, pero un poco sosos quizás.


Para terminar el extenso menú nos sacaron varias bandejas de gorrín asado o cochinillo que estaba asado en horno de leña pero quizás perdió algo de temperatura al servirlo. Aún así estaba bastante bueno.


Postres a elegir entre una extensa lista y cada uno pidió lo que mas le gustaba o apetecía en ese momento. Yo pedí leche frita y me la  sacaron recién hecha, muy  muy buena !! Quizá eché de menos como en otros sitios que sacan un par de bandejas de postres para todos los comensales y puedes ponerte la ración que te apetezca y repetir si quieres o si puedes o si queda.

La comilona costaba 16€ el menú, más la sidra, los cafés y copas salió a 18€ por barba.
Como apunte final voy a decir que esta casa sirve cosas muy caseras y simples sin grandes pretensiones. Quizás no es el restaurante donde haya un plato que valla a ser referencia de nada o, mejor dicho, no es el  primer restaurante de nada pero puede que sea el tercero en todo, sobre todo  el precio es excepcional y para ir con cuadrilla es muy recomendable. Si nos volvemos a juntar volveremos ¡ fijo!! La única nota que voy a poner "tipo queja" es que hay que reservar con bastante antelación, al menos con un mes, pero sabiéndolo, os recomendaría pasaros por Barindano sin dudar.

domingo, 10 de noviembre de 2013

COMER EN SIDRERIA " LA RUNA"

Uno de mis cuñados estaba empeñado en que comiéramos en el Restaurante la Runa porque  me aseguraba que en este buen restaurante el menú del día era insuperable. Sinceramente no soy muy amigo de comer menú del día en restaurantes ya que prefiero comer en casa, pero un día que estaba de vacaciones y coincidió que estaba en Pamplona con mis cuñados y como éste seguía empeñado en comer en La Runa, situado en  el barrio de La Rotxapea de la vieja Iruña, nos dispusimos a comer, no sin cierta inquietud sobre lo que me iba a encontrar, puesto que mi cuñado hablaba maravillas.
Sidrería de corte moderno, con sus kupelas de antaño y paredes rectilíneas de ahora, con grandes mesas en las que compartir una buena comida. Nos acomodaron en una de ellas y nos dijeron, mientras dejaban el papelito donde venía el extenso menú, que la sidra de kupela entraba en el menú, cosa que me agradó porque personalmente me gusta mas la sidra que el vino.


Pedí de primero ensalada de pimientos con bonito y de segundo riñonicos al jerez, pero tengo que decir que cuando voy de menú me gusta probar distintos segundos para poder comparar. Los que habéis comido con migo lo sabéis.
Mientras pensábamos que pedir nos agasajaron con una "tostadica a la parrilla con aceitico y tomatico de casa", por supuesto.


Sencillo, en buena proporción  y con sabor de siempre, muy bueno y muy bien pensado para echar el primer vaso de sidra.
De primero pedí ensalada de pimiento con bonito. Muy fresca, los pimientos estaban magníficos y un aliño de gran restaurante. Sin duda a muchos restaurantes les gustaría tenerla en su carta y soñarían con poder ofrecerla en un menú del día. Se que estoy hablando de una ensalada pero que sepáis que no hace falta investigar demasiado para saber si una cocina es de gran calidad o no, basta con una ensalada con una tostada o un caldo.


Mi cuñado pidió pochas y por supuesto que las probé. Las pochas en Navarra  son  un plato típico y lo típico "en todos los sitios de pan y vino" es que las hagan mas a nuestro gusto que en unos sitio que en otros, pero estas eran sublimes.Gran plato, incluidas sus piparrikas.


De segundo pedí riñonicos al jerez. Como gran "deborador de visceras" que soy (me encanta el patorrillo los higadicos, morros etc), poco tengo que decir sobre la elaboración simplemente magnífica pero si lo voy a decir sobre la materia prima, siendo tan fresca es mas fácil hacer los platos de gran calidad que este restaurante hace.


Mi cuñado pidió codornices a la parrilla y en este aspecto tengo que decir que en La Runa, aparte de un@ grandísim@ guisander@, hay un grandísimo o grandísima maestro asador. No es tan fácil asar y dejar jugosa una codorniz  por simple que parezca.


De postre pastel vasco, "caseriko y  calentiko" y otra vez mas en su justa medida.


Lo mejor vino después del postre. La comilona nos salió por la friolera cantidad de 12 Euros por barba. Este precio por este despliegue de calidad no he encontrado en ningún sitio en los que he comido o he cenado tan bien, ni mucho menos por este precio y muchísimo menos en Navarra. 
Después de este día he vuelto varias veces más a comer a la Runa y siempre he salido encantado y satisfecho de hacerlo. Solo encuentro un "pero" en esta casa y es que no ofertan este menú en fin de semana pero eso ya es política de empresa la cual no me veo cualificado para criticar. Lo considero un menú muy digno para ofrecer de "fin de semana" a un precio superior. En muchos sitios ofrecen "menús fin de semana" que no llegan al nivel de este menú del día  ni de lejos. 
Resumiendo: mucho, muy bueno y barato ¿quién quiere más?
Cuantos propietarios de muchos restaurantes deberían de probar este menú en Sidrería La Runa.

domingo, 15 de septiembre de 2013

comer en leon

Quise volver de Galicia por Leon, por la Autopista del Peregrino, ¿para ver la capital? No!!! Solo y exclusivamente para comer en Jiménez de Jamuz en el Restaurante El Capricho, que se encuentra a unos 70 kms de la capital hacia el sur. Este restaurante es el único en la zona norte que sirve buey en su carta, aparte de vaca de trabajo y ternera. Todo bien explicado, pesado y con su debido precio.
Un loco!! Así le decían al actual gerente de este restaurante hace años en ese pequeño pueblo. Un enfermo de la carne roja que quiso ofrecer a los comensales de la tasca de su padre buey, no vaca vieja ni ternera, que, por supuesto, también ofrece en su carta.


Este buen hombre se recorre todo el norte del país para hacerse con bueyes de trabajo de toda la vida y cebarlos hasta conseguir que sobrepasen holgadamente los 1000 kilos y los 10, 12 y hasta 16 años. Construyó su sueño en la bodega de su padre, típica de esta zona, con sus "cuevecitas" picadas a mano en la dura roca.


Al llegar nos acercamos a la recepción para corroborar nuestra reserva y tomar un refrigerio. Nos atendieron educadamente y con la cerveza (Estrella Galicia) y la Coca-Cola nos agasajaron con dos pintxikos de poca elaboración pero buenos. Nos gustó la decoración de dicha recepción con muchos cuadros de recortes de las revistas mas prestigiosas culinarias afirmando que este restaurante tiene la mejor carne del mundo. No solo revistas nacionales también francesas, inglesas y "yankis". Por supuesto, también había referencias al buey con dos grandísimos cuernos colocados en el frente de la barra. Después de un rato disfrutando del pote, nos fuimos a nuestra mesa.


Nada mas sentarnos en la mesa y pidiendo una "botellica" de agua, nos sacaron un pintxiko de una especie de paté de buey con "trocicos" de pan de hogaza "pasadico" por la parrilla. Muy interesante el sabor.


De primer entrante pedimos pimientos asados a la encina y, sinceramente, estaban "cojonudisimos". Con el sabor que le da la madera o el carbón al asar cualquier cosa, en el pimiento penetra y también  se nota y mucho.


De segundo entrante pedimos tosta de berenjena y anchoas. La verdad es que estaba buena pero creo que no es la mejor tostada que he comido. Ahora bien, tengo que reconocer que "jamás de los jamases" se me habría ocurrido que la berenjena o, mejor dicho, que un puré de berenjena con mucho "pochadito" de verduras y anchoas del cantábrico habría ligado tan bien encima de una hogaza de pan.


Plato principal Txuleta de buey ¡¡¡por supuesto!!! Quiero explicarme bien en este plato para que me entendáis. No es comparable a NADA y repito NADA de lo que he comido nunca. Su textura, su sabor y sobre todo su untuosidad no es comparable a nada. Lo que me sorprendió al cambiarnos los platos y cubiertos  fue que el cuchillo no tenía dientes y me pregunté a mi mismo si se habían equivocado, pero no. La carne del txuleton de buey es tan tierna como un filete de ternera y sacia al comensal inmensamente más que cualquiera de los que he probado antes en sidrerías o en mi propia casa. Sobre todo, lo que mas llamó mi atención fue el sabor de la la grasa, ¿comestible? Si y muy exquisita, combinándola con un trocito de carne.


Primero y antes de nada, el gerente se acerca a la mesa y te enseña en fresco el corte que ha preparado para los comensales, en nuestro caso una txuleta de 1,200 kilos. A continuación, y una vez asada, se acerca con una mesita y la corta en "pedacitos" para que el comensal no pierda tiempo en cortarla y conseguir el total aprovechamiento de dicha txuleta.


Lo reparte equitativamente entre los comensales que haya en la mesa y, en principio, parece poca cantidad pero esta carne sacia muchísimo más que cualquier otra.


De postre leche frita. Parece un postre normal y corriente pero no lo es. ¿Cómo es posible que la leche frita este caliente y "liquidica" por dentro? ¿Cómo lo hacen? Increíble!!!


El Capricho es un restaurante para sibaritas o enfermos del txuleton o la carne roja. No es barato para nada, tampoco creo que deba serlo ya que, si lo que ofreces en tu carta es un animal que debe de vivir 12 años (por ejemplo) a cuerpo de rey, el precio de la producción se dispara. El kilo de txuleta de buey esta a 70 euros en este restaurante pero sirven vaca de trabajo a 48€ y ternera a 24€. Lo importante es que no engañan a nadie. La carta te da las diferentes opciones a su precio justo. Nada de anunciar txuleton de buey a precio de vaca como estamos acostumbrados. La vaca vieja no es buey por mucho que en la legislación del ganado vacuno se le de ese calificativo. 
Nuestra comida salió por 120 euros los dos y, sinceramente, salí encantado. No creo que en un futuro próximo me desvíe, si estoy por la zona, para volver a comer allí, pero sin duda puedo decir alto y claro que he comido buey y que no tiene nada que ver con la vaca vieja ni con nada.

Desde aquí y si vale de algo :
BENDITO LOCO !!!
Nota: Si tenéis ocasión es un restaurante muy recomendable, pero hay que ir con la cartera llena.

comer en vigo

Tengo que empezar diciendo (o escribiendo) que acudimos a Vigo con la idea de comer en el Restaurante Puerto en la calle de Areal nº 30, pero ni reservé ni llamé antes para asegurarlo y al llegar nos encontramos que el sitio estaba cerrado por vacaciones. Era ya hora de comer bastante avanzada (alrededor de las 15:00) cuando esto sucedió y nos quedamos un poco perplejos, así que, sin capacidad de reacción (casi) nos dirigimos hacia la zona del Mercado do Pedra para ver donde podíamos comer. Por las prisas fuimos al Restaurante O Porton, en la misma calle de las Ostras, en vez de hacer lo que debíamos y que ya os he contado en otras ocasiones: estudiar bien primero y comer bien después.
La calle de las Ostras (muy conocida en Vigo) es una calle estrechita, empedrada y bonita llena de restaurantes a ambos lados, pero todos ellos con un denominador común: "todos para turistas". Cometimos el error del que habíamos estado huyendo todas las vacaciones, pero primero voy a relataros lo que comimos y después pasaré a dar mi opinión (crítica).

 Como primer entrante pedimos empanada gallega. No soy muy amigo de la empanada, sinceramente, pero tengo que reconocer que ésta me sorprendió gratamente, aunque también tengo que decir que no es muy difícil conseguir que este producto agrade si se emplea un buen producto, ya que en mi opinión no tiene demasiada elaboración y no le encuentro mayor valor culinario. La empanada consistía es una capa fina de masa rellena de zamburiñas y "piperradica" (pimiento verde, rojo y cebolla). Tengo que añadir que las zamburiñas eran frescas pero en mi opinión personal no es la mejor manera de comer zamburiñas.


 De segundo entrante  pedimos txokos (así como suena), pero ¿qué son los txokos? Pues son unos chipirones de un calibre mayor del que estamos acostumbrados por estos lares. Esta elección fue muy acertada. Estaban muy bien echos, con un increíble sabor a fresco, a mar y a chipirón pero además, mas grandes que estos. Buen descubrimiento para la posteridad.


Para continuar pedimos mariscada para dos. En términos generales puede que este bien presentada, puede que contenga mucho marisco y puede y puede... pero voy a explicar de manera fácil qué es lo que me parece mal de este tipo de plato que tantísimo se oferta en esta comunidad y que, en mi opinión, tanto mal está haciendo a nivel gastronómico de calidad. En principio, la mariscada se presenta con muchos tipos de mariscos en una fuente, unos cocidos, otros a la plancha, por lo que es realmente imposible que lo cocido no pierda temperatura y que lo que esta a la plancha se nos quede helado con mucha más facilidad y en muy poco tiempo. La mariscada (o una buena mariscada) va por pasos: primero una cigalita, después una navaja, a continuación unas almejas y así hasta que no podamos más.
Nuestra mariscada contenía de todo en un "batiburrillo de especímenes crustáceos" puestos en una bandeja: 2 bueyes, cigalas, navajas, almejas, gambas, langostinos, mejillones y no se que más pero de muy baja calidad y calibre,  marisco que cualquiera de nosotros puede comprar en el Eroski de al lado de casa y "darse el gusto" por menos dinero, por que si analizamos detenidamente el marisco que nos ofrecieron  en el O porton, su calidad era del tipo "arrocero" osea el marisco más bien pequeño que se echa a arroces y paellas.


Los postres fueron tarta de queso (industrial) y tarta de la abuela hecha a base de galletas, chocolate y crema y, lo más importante, era casera y mucho mejor que la primera.

                         

No me gustó este restaurante, en términos generales. Por su calidad y servicio nos defraudó bastante y nos dejamos 91 euros de ala. Comida de batalla en una comunidad donde el marisco es la bandera y las calles de lo viejo (de cada ciudad) su estandarte. Caímos en la trampa y, al menos, en el O porton no volverá a ocurrir.
Me queda el mal regusto de que nos han engañado.

Nota: si tanto y tanto luchan a favor del marisco gallego ¿no deberían empezar por hacerlo en Galicia? Marisco de Marruecos, o de más lejos incluso, campa a sus anchas en todo Galicia con el agravante de que los hosteleros de esa comunidad invitan al engaño no describiendo bien si es gallego o no. Del engaño del marisco te das de cuenta en cuanto lo sirven en la mesa. El engaño del precio llega con los cafés. A esas alturas ya no hay vuelta atrás, y como somos gente decente, pagamos religiosamente, pero siempre nos queda el "derecho al pataleo".

domingo, 25 de agosto de 2013

comer por la costa da morte

Comer en Costa da Morte es tan fácil o tan difícil como queramos. Tengo que decir que la Costa da Morte se encuentra entre varios pueblecitos y nosotros lo que hicimos fue coger referencias sobre restaurantes en casi todos ellos, pero coincidió que a la hora de comer estábamos en Vimianzo y comimos en el Restaurante Casa Sabina. Al llegar a este bonito restaurante nos llamó la atención la costumbre de colocar monedas en la pared. Tras preguntar al camarero, nos comentó que es una costumbre para que de suerte y quisimos colaborar en esta curiosa costumbre con los cambios que nos devolvieron de tomar el bermut.


Entramos al comedor y nos ofrecieron el menú del día. En esta zona en la que nos encontrábamos, lo habitual es probar el marisco fresco que se captura en la zona, pero decidimos decantarnos por el menú, puesto que debíamos continuar el viaje por la tarde y no quisimos hacer una comida copiosa. De primero judías verdes para mi y mi señora pidió ravioli gratinados. Las alubias verdes estaban recién cogidas del huerto con patata cocida y huevo cocido. El aliño era aceite y pimentón dulce y el conjunto formaba un magnífico plato. Los ravioli eran prefabricados pero la salsa bechamel que los acompañaban era casera y junto con el gratinado quedaba un plato bastante gustoso.



De segundo pedimos ternera guisada para mi y bonito a la plancha para mi mujer. La ternera, con una patata magnífica y un huerto de hortalizas, todas ellas muy frescas. Si en este plato se hubieran olvidado del pimentón  y del laurel, ya sería extraordinario. Aún así, volvería a pedirlo encantado. El bonito tiene menos secreto pero tan fresco, tan bueno y una ración tan generosa solo me lo han sacado en Galicia y en este restaurante hacen buena referencia de ello.



De postre tarta de queso al chocolate para mi y flan de queso casero para mi mujer. La tarta era casera y estaba extraordinaria. Combinaba muy bien el chocolate y el queso, sin que ningún sabor tapara al otro. Muy rica. El flan de queso estaba magnífico, pero mi mujer, que tiene que probar todos los postres siempre, comento que la tarta era muy superior y que ojalá la hubiera pedido.



La cuenta ascendió a 19,60 euros para los dos. Bien bastante bien, buena calidad, buen servicio y buen precio. Restaurante sin grandes pretensiones donde la calidad y las formas de toda la vida les hacen sacar lo mejor de sí mismos. 

A continuación hago referencia a otros restaurantes en otros pueblos de la Costa da Morte en los que sospechamos que también se comerá muy bien:
Caion: Restaurante Finisterre
Malpica: Restaurante Las Garzas
Corme: Restaurante Miramar
Camariñas: Restaurante Villa de Oro y Restaurante O Meu Lar
Muxia: Restaurante Tira da Barca y Restaurante Coral


jueves, 22 de agosto de 2013

coqueto desayuno en Santiago

Madrugamos (cosa no muy habitual en Galicia) para ver Santiago. Primero había que desayunar, claro, ya que mi mujer sin desayunar, no es persona. A mí me da igual (no suelo desayunar) porque soy más de almorzar, no por nada si no por que me he habituado debido a los horarios del trabajo. Muchas veces almuerzo un café (le llamo almuerzo por que es a partir de las 9.30 de la mañana). Andando hacia el centro de Santiago descubrimos una cafetería abierta (todas las demás estaban cerradas). La cafetería se llama Tosta e Tostiña, una cafetería "tipo cup cake" al estilo de esas tiendas de dulces y tartas que están poniéndose de moda por todo el territorio. El local se encuentra en la Avenida de la Coruña, 3 bajo y nos comentaron las dos guapas propietarias que lo habían inaugurado el día anterior a nuestra llegada. Dos cafés con leche, las tostadas de rigor y un zumo de naranja para mi mujer y yo, al ver tal despliegue de pastelería encima de la barra me decanté por un trozo de tarta de chocolate con lacasitos. Los cafés eran grandes las tostadas recién hechas la mermelada casera de frambuesa, el zumo exprimido en el momento y la tarta de chocolate increíblemente buena.




Que dos guapas y amables chicas, que además dominan a este nivel la pastelería monten esta agradable cafetería y lugar de encuentro tan de corte británico o no se si vintage o como se define en realidad (ni me importa) en el año que más golpea la crisis y no las apoyemos como clientes, la culpa no es de la oferta si no de nosotros los clientes. Además de que sirven un potente desayuno a precio asequible en esta coqueta cafetería.
Desayuno, un cigarro fuera del local y comenzamos a charlar con las propietarias. Me comentan que el montaje y la obra se lo han hecho ellas. Me refiero a la barra, envejecimiento de todos los muebles, montaje de la cocina y un larguísimo etcetera... Me dejaron de piedra!!! A estas valientes gallegas no se les caen los anillos por nada y encima saben hacer magníficos pasteles!!!
Se lo dije a ellas y lo pongo en este blog: 

Mucha suerte en esta andadura que habéis iniciado, no creo que eso sea difícil si dais los desayunos como nos lo disteis a nosotros y a esos precios. Si vuelvo a Santiago (cosa no muy difícil) juro que volveré a desayunar en Tosta e Tostiña.

cena simple por las calles de Santiago

La oferta de Santiago para cenar es tan extensa  como la de cualquier capital de provincia, desde pintxos y tapas hasta pizzas y hamburguesas pasando por restaurantes típicos gallegos, pero para cenar bocatas y platos combinados (que  era lo que buscábamos), encontramos un local en el centro que nos dejó ojipláticos por su calidad y sobre todo por sus precios. El  restaurante o el bar restaurante se llama Galeón Toural Cervexeria. Ofrecen una infinidad de raciones, 30 tipos de platos combinados, ensaladas, pasta, pizzas, revueltos, bocatas, hamburguesas, sandwiches, perritos y salsas.


Todo muy casero y para la primera toma de contacto decidimos echar el bermut antes de comer. Pedimos una ración de calamares y dos cervezas Estrella Galicia. Los calamares eran frescos y el rebozado era simple huevo batido y harina. Una gran ración y dos buenas cañas por poco dinero (alrededor de 9€, no lo recuerdo exactamente).


La carta de este restaurante es tremenda  y por la parte de atrás es el mapa de Santiago con todo lo que hay que ver .

Por la tarde-noche decidí cenar un sandwich super vegetal con una lata de Kas naranja y mi mujer se pidió una cerveza. El sandwich estaba exquisito muy grande y, menos los espárragos que eran de bote, todo lo demás era casero y fresco. Contiene jamón de york, queso, huevo duro, lechuga, tomate, cebolla, espárragos, pepinillo y mayonesa por 3,75 euros.


Con el refresco y la cerveza, el total fueron unos 7 euros. Increíbles precios en el centro de Santiago. Si no queremos una cocina muy elaborada, merece la pena probar en este local.

comer en santiago de compostela

Que puedo decir de esta enigmática ciudad. Supongo que todo está dicho. Nunca pensé que en una ciudad con tanta iglesia, tanta religiosidad y tanto peregrino, podría disfrutar tantísimo de sus calles, de su plaza (la del Obradoiro), de su "catedralísima" y sobre todo de su cocina.
Leí mucho sobre donde se podía comer bien en Santiago. En la mayoría de los casos, los comentarios de internet estaban enfocados hacia los restaurantes del Casco Vello (la inmensa mayoría malos comentarios), ya que la mayoría de turistas deciden comer en las calles de la parte vieja de Santiago o en los alrededores de la catedral. En este caso la historia se repite conforme al resto de las capitales gallegas, calles llenas de restaurantes uno tras otro con cantidades ingentes de carteles colgados en las puertas con sus ofertas,



con sus típicas peceras llenas de mariscos  vivos,


con sus cristaleras,


y con su producto de medio pelo a precios altos. Esta política de restauración no se corresponde para nada con el producto que tienen en el mercado de Santiago (recomiendo darse una "vueltica mañanera" por el Mercado de Abastos), ya que aquí he visto cigalas gigantes, percebes larguísimos y, por supuesto, todo todo "vivito y coleando".



Por lo tanto, y como una imagen vale mas que mil palabras... tratad de evitar (a no ser que dispongamos de capital y no nos importe que nos den gato por liebre) este tipo de calles.



Nosotros comimos en el restaurante El Puente. Nada de céntrico, está a unos 2,5 ó 3 kms del centro de Santiago en la carretera o, mejor dicho en la autovía que entra de Vigo  al lado derecho. Al llegar no nos causó muy buena impresión por el exterior. Parece un "simple barucho", si si, "barucho de carretera", pero dentro esconde lo mejor y lo mas granado de la cocina gallega. Entramos a dicho establecimiento y para acceder al comedor debemos cruzar por delante de la cocina (no hay mejor manera de ver la higiene y el buen hacer de un restaurante) y ésta estaba impoluta. Este tipo de restaurantes no enseña la materia prima en peceras y vitrinas de cristal (no les hace falta), ni ponen ofertas engañosas en carteles con fotos que no corresponden a lo que pides (¿imagináis al restaurante Europa, por ejemplo, con esos carteles y peceras?).

Por gentileza de la casa, nos sirvieron tortilla de patata con chorizo (típica de Galicia). Muy muy buen pintxo para hacer boca y acompañado por el albariño de la casa que nos recomendaron, ya que no tenemos mucho conocimiento en estos vinos, que era Pazo de Señorans y estaba "fresquico y muy bueno".


Pensábamos pedir un solo entrante y nos habíamos decidido por las almejas a la marinera, pero cuando el camarero vino a tomarnos nota (un chico muy agradable y atento) nos hizo algunas recomendaciones a parte de la carta. Escuché almejas a la plancha y tenía que probarlas como fuere, así que al final pedimos dos medias raciones, una de almejas a la marinera y otra a la plancha... Solo para poder comparar (jeje).
Así llegó el primer entrante, almejas a la marinera (al estilo gallego). El estilo gallego lleva verduricas y una salsa de tomate casero increíblemente buena, nada espesa y que no carga de sabor a tomate, ya que siguen sabiendo a lo que tienen que saber: almeja fresca. Como os he contado, pedimos media ración de estas almejas y nos sacaron un platazo muy lleno de ellas, lo que en cualquier sitio sería una ración entera. Las almejas fresquísimas con mucho sabor a mar y muy carnosas.


Segundo entrante, almejas a la plancha que teníamos que pedirlas porque nunca las habíamos probado. Increíble el punto de plancha que consiguen dejando las almejas totalmente jugosas y carnosas (nada de secarse por sufrir demasiado calor de plancha) y por encima llevaban el ajico que se deshacía. La ración, igual de copiosa que la primera, estaba increíble. Habría sido capaz de comerme un barco entero, incluso mi mujer en un momento dado me dijo: ¡¡¡Respira!!!, ya que estaba comiendo sin parar un segundo.


Segundo plato bogavante con arroz, como lo pone en la carta,  y no arroz con bogavante como ofertan el resto de restaurantes. En esta santa casa lo sirven conforme lo ofertan en la carta, es decir un bogavante acompañado de arroz y no al contrario. Y digo más, el bogavante es fresco fresquísimo, ¿por qué? Por que nos sirvieron un bogavante con huevas y estos no se pueden congelar. Un bogavante tremendo de grande con una "peliculica" de arroz . Sensacional!!!


En este punto de la comida ya estábamos muy saciados, pero no podíamos terminar aquí. Haciendo un esfuerzo titánico por pedir postre, me decidí por la tarta de queso, a la cual le añadieron dos bolas de helado. Mi mujer pidió tarta de Santiago y otras dos bolas de helado que le cayeron. La tarta de queso es la mejor que he comido nunca. 



No quisimos tomar café, así que el dueño nos saco una copa de balón y un vaso de chupito junto con con una botella de patxaran y otra de crema de orujo, a modo de digestivos. Dejó las botellas en la mesa para servirnos lo que quisiéramos.


El servicio en este restaurante es el más increíble que he recibido jamás, no solo comí bien y mucho si no que disfruté de la comida, como la primera vez que fui al  Túbal con la que hoy es mi mujer. Me pareció correcto el precio que pagamos 84,50 euros, a las copas nos invitaron. Las raciones nada tienen que ver con lo conocido hasta ahora, en definitiva salí "enamorao y saciao".
Después del ágape, charlamos distendidamente con el jefe de este descubrimiento. Nos comentó que deberíamos haber probado los chipirones encebollaos. ¡¡¡"que cabrón"!!! No podía ni pensar en abrir la boca y me comenta que lo que más sale en ese restaurante son los chipirones (¡¡¡con lo que me gustan!!!). Prometí que si volvía a Santiago los comería en su casa y con un apretón de manos así quedo firmado. 
Mi falta de sabiduría  (y de fe cristiana) me impide entender por qué la gente cruza el país entero andando para llegar a Santiago. Ahora bien, entendería perfectamente que lo cruzaran para comer en el restaurante El Puente de Santiago.